La Edad del Hierro se inició en el s. XIII a. C. en Próximo Oriente durante la invasión de los pueblos del mar. Durante un tiempo, los hititas de Anatolia monopolizaron la producción y distribución de hierro. Al caer el Imperio hitita, la civilización del hierro pasó a los aqueos, al mundo micénico y a Europa.
En Occidente su uso se generaliza a partir del 800 a. C. de la mano de celtas y fenicios. En la primera Edad de Hierro o de Hallstatt, de influencias célticas, la metalurgia del hierro convivía con la del bronce. La población vivía dentro de fortificaciones y las inhumaciones se hacían en túmulos.
La segunda Edad del Hierro o de La Tène, a partir del 500 a. C., conoció un activo intercambio de los pueblos de Galia, Italia, el Danubio y Grecia. Las cerámicas y los productos metálicos contenían una gran decoración. Los poblados se instalaban en las llanuras y las inhumaciones en túmulos se alternaban con las de cista.
En el s. III a. C. comienzan a circular monedas. En la península Ibérica se distinguen el arte céltico, de Castilla, Portugal y Galicia, y el de influencia de La Tène en la zona mediterránea.
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